La psicóloga Annie de Acevedo habla sobre lo que pueden hacer los padres para promover el aprendizaje en sus hijos a la luz de las nuevas teorías en el campo de la neurociencia

En los últimos meses, nos ha llegado información nueva y maravillosa sobre el desarrollo del cerebro. En los años 90 se investigó mucho sobre este extraordinario y poderoso órgano y sobre todo sobre cómo sucede en el proceso de aprendizaje. Los resultados obtenidos son fundamentales para todos, padres y docentes, ya que son un camino que nos muestra cómo pueden ayudar, apoyar o facilitar este maravilloso proceso de desarrollo de un niño.

Lo primero que todos deberían saber es que los humanos están «programados» para ciertas cosas. Por ejemplo, todos estamos programados para adquirir múltiples idiomas en la primera infancia. Teniendo en cuenta este dato, por tanto, lo mejor es exponer a los niños a múltiples idiomas a una edad temprana, ya que alrededor de los 7 u 8 años esta capacidad empieza a decaer. Los primeros años son definitivamente cruciales para los bebés, ya que la cantidad de neuronas se duplica entre el nacimiento y el primer año de vida y estas células cerebrales continúan multiplicándose a un ritmo vertiginoso hasta que tienen alrededor de 7 años.

Además de lo anterior, debemos aprovechar esta actividad para estimular a nuestros hijos desde el primer momento. También se sabe que es necesario estimular a través de los cinco sentidos y ojalá simultáneamente. Esto favorece el crecimiento de nuevas «dendritas» y esto significa que se abre la posibilidad de mejores y más conexiones entre las neuronas. Este potencial se puede maximizar mediante una estimulación regular, frecuente y, con suerte, sistemática. De ahí la importancia de repetir las cosas a los niños y tener rutinas.

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Las terapias para estimular las zonas débiles deben ser regulares y deben iniciarse con cierta precocidad, de lo contrario no funcionarán. Por lo tanto, la plasticidad y la flexibilidad cerebrales son una realidad y los padres deben saber que deben utilizarla en su beneficio. La parte genética es pesada, es decir, la herencia existe, pero lo importante es saber que todo lo que se hace teniéndolos bajo nuestra protección es definitivo. Si un niño está dotado de poderosas “conexiones musicales”, que esta habilidad salga a la luz o no dependerá de la estimulación que le demos.

Lo que no se puede lograr es que un niño que está programado para ser introvertido se convierta en extrovertido. Puedes, eso sí, hacerlo más feliz con su forma de ser. Necesitamos ser conscientes de las fortalezas de nuestros hijos para maximizarlas y también de las debilidades para minimizarlas. La investigación científica demuestra que la «enseñanza directa», es decir, el tiempo individual con él, es la más propicia para el aprendizaje. Lo que aprendes cuando enseñas solo es 10 veces mayor que en un grupo de personas. De ahí la importancia del «tiempo individual» con los niños.

La investigación también muestra claramente que los patrones que ingresan al cerebro en la infancia tienden a arraigarse y perpetuarse. Hay buenos patrones que queremos fomentar, pero también debemos eliminar los malos patrones como mentir, robar, manipular y otras cosas que no te harán ningún bien en el futuro. Esto debe hacerse tan pronto como los niños comiencen a tener este tipo de comportamiento. Todo lo que sabemos nuevo sobre el cerebro debe ayudarnos a estar «ahí» para estimular más y mejor a nuestros hijos.

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La neurociencia está aprendiendo cada vez más sobre el cerebro y su increíble capacidad para aprender. Los padres deben estar atentos a estos cambios porque ahí está la clave para tener hijos inteligentes, capaces y sobre todo felices.