«El hambre es un deseo. Es un deseo más amplio que un deseo. No es la voluntad, que es la forma de la fuerza. Tampoco es debilidad, pues el hambre no conoce la pasividad. Tiene hambre del ser que busca”.

Así describe su visión del hambre Amélie Nothomb, la escritora belga en su libro BIOGRAFÍA DEL HAMBRE. (Anagrama.2008). Un libro autobiográfico en el que, recorriendo su infancia y juventud, vence el hambre por la comida. Habla del hambre como un apetito de más y más: de aprendizaje de idiomas, de alcohol, de amor, de belleza. El premiado escritor Estupor y Temblor desafía la silenciosa pandemia detrás de lo que llamamos pobreza extrema. En otras palabras, de aquellas familias que no tienen suficientes alimentos nutritivos.

Morelos no está huyendo de la población hambrienta. CONEVAL registra más de 166.000 personas que se encontraban en situación de pobreza extrema en 2020. En 2018, hubo 121 mil de ellos. En otras palabras, ha crecido el número de personas que viven en la pobreza extrema. Hay más de ellos hoy. Nothomb, nos habla de la hambruna que sufrieron los chinos en la época de Mao y los Cuatro, dice que cuando los chinos se saludan te preguntan si ya has comido. El hambre los ha vuelto muy creativos y por eso su cocina es sumamente diversa.

Como hija del embajador que era, Amélie conocía la delicadeza de la comida y la cultura japonesa. Ella describe con horror la pobreza de Bangladesh y su gente que está eternamente hambrienta. Personas con el vientre hundido. Con hermosos ojos. Con un penetrante sentido del humor, descubre su hambre de amor, alcohol, chocolates y libros. Se adquiere a través de libros que devoran y que se convierten en ansia de lectura. Vive un conflicto interno de hambre física y amor que la lleva a dos años de anorexia.

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En nuestro país, y en muchos otros, quienes padecen hambre crónica de alimentos se acercan a autos y restaurantes en busca de tacos. El hambre los impulsa a vagar y mendigar.

México ha experimentado con varios programas para combatir y alimentar a las poblaciones más vulnerables. Desde desayunos escolares, cocinas populares o al contado. Sin embargo, el número de pobres está creciendo en lugar de disminuir. La pandemia y la desaparición de los programas de ayuda han aumentado la pobreza extrema. A nivel país ha aumentado en más de dos millones de pobres en los últimos años. Morelos no huye de esa curva descendente. Vaciar el estómago del alimento nutritivo de miles de morelenses hambrientos requeriría de la construcción de una verdadera política pública que frene y reduzca el número de pobres extremos. Este no es un problema ideológico, aunque algunos intentan verlo así y explotarlo políticamente. No es sólo un problema económico. Es un tema que requiere la movilización de diferentes actores, grupos, gobiernos y la voluntad de todos los sectores sociales.

Morelos tiene hambre. Siguiendo la idea del autor de La Biografía del Hambre, somos morelenses hambrientos de justicia; seguridad; buenas acciones; agua o entretenimiento.

El hambre como deseo de leer. Como un vacío que solo podemos calmar devorando libros. El hambre de lectura, así como el hambre de comida, es lo que hay que mantener. Leer libros nos da la oportunidad de aprender sobre otras formas de vida. Nos lleva a complacernos en las fantasías más sublimes. En las más absurdas teorías y placeres del lenguaje que nos transporta a otros mundos con su belleza.

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Sigo a Nothomb en su engañosa descripción de lo que es tener hambre. Leer anorexia nos impide construir un futuro mejor.

Autor: Ariel Homero López Rivera