El tránsito de migrantes por México hacia Estados Unidos no se ha estabilizado en el tiempo. También se establecieron protocolos de atención específicos.

Las emergencias y necesidades son tan constantes que han obligado a individuos y grupos a responder para ofrecer a los migrantes que llegan a México con el objetivo de lograr una mejor vida al norte de la frontera o incluso en el mismo país.

De todas formas, México ha excedido su capacidad de atención y ha tomado una actitud represiva contra los migrantes para impedir que continúen sus viajes, según activistas de la causa.

Ante esta realidad, dos mujeres se organizaron y tomaron la iniciativa de demostrar que México es más que su gobierno. Su labor, inicialmente básica y económica, fue avanzada para institucionalizarse en el espacio de ayuda a los migrantes. La necesidad y el tiempo los han convertido en referentes de atención humanitaria.

Ellas son Gabriela Hernández y Ana Enamorado. Su organización está establecida en la Ciudad de México, la capital en el corazón del mapa mexicano, ya que es una ruta clave para todo migrante.

La ciudad ha sido escenario de caravanas, protestas, protestas y diversas demandas por la regularización o el derecho al tránsito, que han fomentado la creación de organizaciones no gubernamentales desde principios de la década pasada.

Entre las ONG se destaca Casa Tochán, liderada por Gabriela Hernández y la Red Regional de Familias Migrantes, con Ana Enamorado como fundadora y víctima, en busca de su hijo desaparecido. Sus motivaciones son una mezcla inseparable de civismo y empatía, que han transformado en vívidos testimonios del poder de la voluntad.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) ha informado que para 2021, más de 1 millón 800 mil personas habrán cruzado la frontera de México hacia Estados Unidos.

El país español también experimentó un aumento único en las solicitudes de refugio ese año, un total de 123,187 según la Oficina de Recepción, la Comisión Mexicana de Atención al Refugiado (COMAR).

Datos recopilados por el Portal de Expansión Política muestran que para noviembre de 2021, solo el 20% de los solicitantes habrán obtenido la condición de refugiado.

En 2021, México también vio un aumento significativo en el número de ejecuciones por parte de su Instituto Nacional de Migración (INM), incluidos menores, dijo la Red de Derechos de la Niñez (Redim).

México reúne todos los problemas que promueven la migración peligrosa, sin integración social ni comprensión para quienes huyen.

La sociedad civil, al límite de sus capacidades, se ha convertido en la principal fuente de ayuda para los migrantes, expresada en organizaciones que parten de pocos para servir a muchos, como la Red Regional de Familias Migrantes o Casa Tochán.

Casa Tochán: techo para seguir adelante

Casa Tochán: techo para seguir adelante

Gabriela Hernández es mexicana y ha estado involucrada en causas políticas y sociales toda su vida. Desde hace más de 10 años acepta el apostolado para acompañar a los migrantes que quieren trabajar y construir un futuro en México o continuar su tránsito hacia Estados Unidos.

Al principio ingresó como colaboradora a Casa Tochán -un albergue para huéspedes varones- y ahora es su directora.

Los hombres también sufren, al igual que todos los inmigrantes, y pueden ser más reacios a expresar sus sentimientos. Sin embargo, reciben ayuda para compensar sus necesidades y las de sus familias. Han evolucionado en el inframundo a pesar de los recursos insuficientes.

En la década de 1980, Hernández viajó y apoyó a los revolucionarios salvadoreños, siendo llamativas las referencias y fotografías de monseñor Óscar Arnulfo Romero en el albergue, cuyo nombre en lengua náhuatl significa “nuestra casa”.

También ha impartido talleres de derechos humanos a zapatistas chiapanecos y trabajado en campañas de alfabetización. Cuando ingresó a la Casa Tochán pensó que aún era un equipamiento, pero se convirtió en el artífice de su obra.

“Inicialmente, el albergue estaba destinado a albergar la migración centroamericana, particularmente del triángulo norte (Honduras, Guatemala y El Salvador)”, dijo. Pero la realidad es más compleja, muchos vienen con familias y tienen que juntar recursos para quedarse en la ciudad o mudarse.

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El salón se mantiene con donaciones y tiene capacidad para dos docenas de invitados -que se puede ampliar para imprevistos. “El año pasado tuvimos que atender a una gran cantidad de haitianos, dimos la bienvenida a los afganos, dimos la bienvenida a los kurdos”, dijo a El Tiempo Latino.

Tochán es un pequeño edificio en la comuna de Álvaro Obregón y cuenta con espacio para talleres, comedores, cocinas y más. Según Hernández, “cualquiera que necesite un espacio cómodo pero seguro para realizar sus trámites” puede encontrar refugio.

De acuerdo con las regulaciones mexicanas, si un migrante busca llegar a la frontera norte, debe solicitar al INM una visa de tránsito; Si, por el contrario, desea permanecer en México, puede buscar refugio para usted o su familia. Es fácil decirlo, pero son caminos lentos y potentes.

Hernández reconoció con tristeza cómo las demoras en las instituciones mexicanas para tramitar el tránsito o residencia legal de los migrantes hacen que éstos permanezcan en una situación precaria e inestable.

Recuerda el caso de una familia venezolana que pasó meses bajo el cuidado del albergue, pero ante la demora del INM, el padre decidió llevar a su hijo y esposa a un peligroso viaje a EE.UU. en la toma “La Bestia”. . «Zuch.

Este vehículo es en realidad un compendio de vías férreas que recorren todo el territorio mexicano de Tabasco, en el sur del país, hasta una estación en el Estado de México -junto a la capital- llamada Lechería, de donde parten otras vías. Rieles que van a la frontera con USA.

El camino es peligroso por los asesinatos, violaciones y secuestros; pero también porque en todo el trayecto uno suele tener que subir hasta 10 trenes y aumenta la posibilidad de accidentes.

Hernández dijo que lloró al ver la partida de la familia venezolana: “Estaba pensando principalmente en el niño porque es el más vulnerable, pero luego nos sentamos a evaluar con frialdad lo que estábamos haciendo mal, nos dimos cuenta de que era no nosotros, fueron las autoridades”, dijo.

Al padre, como a muchos otros, se le dio la oportunidad de ejercer su trabajo y aprender nuevas habilidades, pero la precariedad legal y económica hizo que la gente tomara decisiones desesperadas. El venezolano se fue «peor que cuando llegó», dijo.

Ser un refugiado en México significa esperar meses o incluso años para obtener los documentos que le permitan abrir cuentas bancarias o solicitar empleo. Tochán no puede hacerse cargo de eso, su relación con el Estado es mínima y difícilmente puede ofrecer herramientas para el trabajo de subsistencia en el sector informal, como el aprendizaje de idiomas o el comercio.

“La única colaboración que recibimos es para alimentos de la alcaldía (de la Ciudad de México)”, dijo Hernández. Estos alimentos, aseguró, ayudan a solucionar la semana en el comedor, aunque les corresponde a los integrantes de la organización recogerlos.

Todas las demás colaboraciones son privadas y de organizaciones no gubernamentales. Es un sacrificio que para Gabriela Hernández ha sido durante mucho tiempo un apóstol, cuyas mayores recompensas enriquecen su vida personal.

Ana Enamorado, contra la desaparición de migrantes

Ana Enamorado, contra la desaparición de migrantes

Lo más importante para Ana Enamorado, una hondureña de 50 años, es saber cómo y por qué están desapareciendo los migrantes. Hace 12 años perdió a su hijo Óscar Antonio López Enamorado, su último lugar conocido fue Jalisco en 2010.

En 2012, dejó a su esposo y se mudó a México para buscar justicia y acompañar a otros que habían recorrido ese poderoso camino. Su hijo era un migrante que se mudó al norte en busca de un futuro mejor y su desaparición fue cubierta por muchos medios a nivel mundial.

“Por eso estoy con la caravana de migrantes”, dijo. Dijo que lo más importante es acompañar a las familias, ayudarlas y tratar de que estén en un espacio seguro.

“Cuando llegó la primera caravana de migrantes (en 2018), fui a acompañarlo -era de Centroamérica- y desde ese día he estado trabajando con ellos en todo momento”, dijo con orgullo.

El acompañamiento no es poca cosa y desde que llegó a México ha sido su función. Acumular experiencias antipáticas con las autoridades mexicanas la ha llevado a “trabajar en el campo legal” con migrantes solicitantes de asilo y familias que han vivido el mismo drama.

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Asegurar que no se vulneren los derechos de los migrantes y que ayudar con un trámite migratorio sea parte de la tarea de Ana Enamorado y su organización, la Red Regional de Familias Migrantes, establecida en septiembre de 2021, luego de años de experiencia con otra ONG.

Enamorado creó su organización porque vio que las familias generalmente no están cuando sus migrantes están pasando por dificultades o están desapareciendo, en el peor de los casos. “Normalmente, no tienen los recursos para pagar una defensa o realizar una investigación”, dijo.

Muchos también tienen limitaciones para enviar a las redes sociales, presentar una denuncia web y más temas relacionados con la tecnología a la que no están acostumbrados debido a variables como la pobreza, la falta de servicios o la falta de capacitación.

Por esta razón, Enamorado se ha enfocado en ayudar, así como en la forma en que las personas se conectan a una plataforma de zoom que las autoridades mexicanas ahora están utilizando para brindar audiencias.

Sin embargo, la magnitud del flujo migratorio le ha permitido ofrecer y gestionar otras formas de cooperación humanitaria, pues sabe que la mayoría de las personas llegan sin contacto a la Ciudad de México.

Con la colaboración de La Resistencia Galerie, en la calle República de Cuba, en el centro histórico de la Ciudad de México, Ana Enamorado ha organizado muchas acciones a favor de los migrantes.

“La última vez que vino la caravana de migrantes en diciembre de 2021, estábamos esperando que estuvieran listos (con comida y techo) para entregar la ayuda a La Resistencia, que era nuestro centro de acopio”, dijo.

“Queremos darles todo lo que necesitan, ropa, medicinas, incluso tenemos médicos que se han solidarizado con nosotros para atenderlos”.

Enamorado, quien vive de la fabricación de productos orgánicos, quiere demostrar que así como parte del gobierno les da la espalda a los migrantes, hay un sector de la sociedad que les da una mano.

“El trabajo que se ha hecho hasta ahora, desde el momento en que busqué a mi hijo, no lo hice solo; Lo hice con el apoyo de la sociedad mexicana y de otros países que me han acompañado desde la distancia”, dijo agradecida.

Para Ana fue significativo que en una sala de la Galería La Resistencia, donde se encuentra una exposición titulada «Huellas de la memoria» (sobre la tragedia de los desaparecidos), algunos migrantes pudieron descansar.

Desde hace semanas también les ayudan a encontrar albergues baratos y pagar sin exponerse a la desaparición, que es su mayor preocupación.

El trabajo de la organización fundadora es inicial, pero ya suma esfuerzos para alzar la voz por los desaparecidos en México, quienes para 2020 superan los 100 mil “no todos no son del país”, dijo.

En febrero, Enamorado, como madre y representante de su organización, envió un grupo de familiares desaparecidos al estado de Sonora, fronterizo con California, EE. UU., para buscar justicia y celeridad en la investigación.

En México han desaparecido unos 52.000 cuerpos de personas no identificadas, según un informe de la ONU. En las condiciones actuales, la forense dura 120 años con ellos.

La pregunta que abruma a Enamorado sobre el hogar de su hijo llega a una conclusión: los migrantes necesitan familias que los cuiden y quieren ser parte de todos ellos.

Sociedad civil reemplaza al Estado

Sociedad civil reemplaza al Estado

Ana y Gabriela, desde dos miradas y trasfondos diferentes, cumplen todos los días las mismas tareas, traducidas en acciones a favor de los migrantes que se ven obligados -porque es casi inevitable- a pasar por la Ciudad de México en su camino.

La capital antes no era típica del flujo migratorio, pero la represión de las autoridades en las calles y la inseguridad de las provincias mexicanas han aumentado la demanda de ayuda para quienes buscan una vida mejor en esta ciudad.

Por lo tanto, estas dos mujeres de actitud maternal demuestran cómo la sensibilidad es un motor importante para la voluntad en medio de la creciente privación y contradicción al sur de la frontera.