Por falta de plazas en las facultades francesas, más de la mitad de los nuevos dentistas que ejercen en el territorio se forman en el extranjero, especialmente en España, Portugal y Rumania.
Lo más difícil en el oficio de dentista, «es conciliar el deseo de curar y mantener una vida personal», opina la doctora Oana Charmetant, de 35 años, practicante en el departamento de Sarthe, un desierto médico. «Los pacientes sufren. Llaman varias veces al día para ser tratados de urgencia cuando mi agenda está llena para los próximos seis meses. Podría trabajar todos los días y todas las noches hasta las 3 de la madrugada». Los largos días de trabajo, los pacientes exasperados y sufridos son también el día a día del joven doctor Gautier Lambour, dentista en Essonne.
Con la excepción del corazón de algunas metrópolis, la falta de practicantes dentales afecta a todo el territorio francés. Así es como Lilas (nombre cambiado), de 25 años, en su quinto y último año de estudios de odontología, ya está abrumada por las ofertas de colaboración, varios meses antes de obtener su diploma. La densidad de dentistas en Francia está muy por debajo de la media europea, según Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea.
En 2015, un tercio de los nuevos dentistas que se establecían en Francia habían obtenido su título en el extranjero, según la Dirección de Investigación, Estudios, Evaluación y Estadísticas (Drees). En 2022, este es el caso de más de la mitad (1313) de los nuevos practicantes que vinieron a ejercer en Francia, según el colegio de dentistas. Entre ellos, 687 son franceses que dejaron el Hexágono para formarse en el extranjero.
