Dificultad relativa de las lenguas

Dificultad relativa de las lenguas

«Estás aprendiendo chino, debe ser muy difícil, ¿verdad?»

¿Qué alumno no ha oído nunca una frase así en relación con su elección de lengua? ¿En qué sentido una lengua puede merecer más empatía o incluso simpatía que otra? ¿Qué hace que una lengua parezca difícil o fácil de aprender?

Estas son algunas de las preguntas a las que trataremos de dar respuesta hoy, porque al fin y al cabo, ¿no es sólo una cuestión de criterio? ¿No es relativo hablar de la dificultad de una lengua?

Puntos de comparación

¿Podemos decir que una lengua es más difícil o más fácil que otra? No, en realidad no, porque todo es una cuestión de relatividad. En efecto, para establecer una comparación, debemos basarnos primero en un dato de referencia. En este sentido, tomaremos como base el francés. Por tanto, sería prudente plantearse la siguiente pregunta: ¿qué lengua es fácil o difícil de aprender cuando nuestra lengua materna es el francés?

Podemos hablar de facilidad cuando se trata de lenguas más o menos similares a la nuestra, como las lenguas latinas como el español, el italiano, el portugués o el rumano. La noción de relatividad está, pues, estrechamente ligada a la de comparabilidad entre dos lenguas. Incluso podemos decir que se trata de un vínculo «genético», ya que el latín y las lenguas germánicas tienen la misma raíz que el francés, es decir, la rama indoeuropea.

Por tanto, es relativamente difícil distinguir una lengua de otra por las diferencias que se pueden establecer en varios niveles, como el léxico, la sintaxis o la conjugación, pero también el sistema verbal, la pronunciación, el sistema de escritura y el sistema de parentesco.

El sistema verbal

Por sistema verbal entendemos simplemente la conjugación y la gramática, el hecho de formar una frase que tenga sentido, con verbos. Para nosotros, los francófonos, la fórmula «sujeto-verbo-complemento» tiene sentido, pero no es así en otras lenguas.

El navajo, una lengua nativa de Estados Unidos, es una auténtica pesadilla en este sentido. Además de un séptimo modo (además del indicativo, el condicional, el subjuntivo, el imperativo, el participio y el infinitivo), el navajo dispone de 23 «aspectos y subaspectos» (un poco como nuestro presente progresivo «en proceso de», pero integrados directamente en la conjugación de sus verbos, en su sistema morfológico verbal), siendo estos últimos suficientes para ilustrar al hablante sobre el modo en que los verbos se comportan en el tiempo, y aniquilando así cualquier tiempo verbal.

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Para un francófono, una lengua como el navajo es, por tanto, realmente difícil: además de aprender las formas de los verbos según estas distinciones, hay que saber cuándo y por qué utilizarlos. En el mismo estilo problemático del sistema verbal, podemos mencionar también el búlgaro y el georgiano, que son dos lenguas habladas en Europa, ¡pero tan lejos de la nuestra!

Pronunciación
Bueno, reconozcámoslo, los francófonos, al menos, no son conocidos por su dominio de los acentos en lenguas extranjeras. Aparte de este hecho, aparecen dos dificultades especialmente para nosotros, que son las lenguas con chasquidos (como el Taa, hablado en Sudáfrica) y aquellas en las que las consonantes son numerosas, como el Ubykh, que es una lengua caucásica hablada en Turquía y Georgia en el pasado (oficialmente muerta con su último hablante en 1992), que presume de tener nada menos que 84 consonantes, ¡mientras que el francés sólo tiene 19! Ah, y para que quede claro, esta lengua, en cambio, sólo tiene… ¡dos vocales!

Por ejemplo, un hablante de ubykh puede pronunciar el sonido «k» de 16 maneras diferentes.

 

La escritura

Aunque el alemán parezca estar muy alejado del francés, podemos descifrarlo, si no entenderlo, y con razón, podemos leer sus letras. No es el caso de otras lenguas, como el japonés, el mandarín, el hindi, el ruso, el griego, etc., que utilizan caracteres gráficos diferentes, ya sea en forma de ideogramas o alfabetos (cirílico, etc.).

Tampoco en este caso es posible la comparación con nuestra lengua. Por el contrario, a veces esto añade un reto, como en el caso del ruso, donde ciertos caracteres nos parecen obvios, pero se pronuncian de forma muy diferente (la H se lee como N, la P se lee como R…). Nuestro cerebro tiene que hacer un verdadero trabajo de decodificación y recodificación.

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El sistema de parentesco

Otro punto interesante a plantear es el del sistema de parentesco. En efecto, si para nosotros, en el sistema latino en general, las distinciones son bastante claras y precisas, no ocurre lo mismo en otras lenguas y culturas, donde la palabra «familia» se entiende en un sentido más amplio, sin entrar en detalles.

Por ejemplo, entre los Ashanti (un pueblo de Ghana que habla twi, ¡9 millones de hablantes al fin y al cabo!), no hay distinción entre hermanos, hermanas, primos, ni entre padre, madre, tíos y tías. Así que para un ashanti, su tía es también su madre y su primo es también su hermano. ¿Una familia grande y hermosa, dices? Sí, salvo que la dificultad está en otra parte, en lo que respecta a los adelantos del sexo opuesto (el hermano de mi madre, la hermana de mi padre) que son efectivamente los «tíos». ¡Hay más por venir! ¡Los hijos de estos padres adelfos se convierten así en padre (el hijo de la hermana del padre) y tía (la hija de la hermana del padre)! Es suficiente para hacernos perder la cabeza en nuestra lógica…

 

Al final, todo es cuestión de juicio y relatividad, no podemos decir que tal o cual lengua es más agradable de aprender que otra. No existe una lengua difícil o fácil, sólo hay lenguas comparables y genéticamente similares. ¿Pero no es un signo de apertura intentar aprender algo que está lejos?

Si quieres aprender un idioma, puedes hacerlo, ¡aunque no sea fácil!

Sources :

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